Durante mi última estancia en Japón, tuve la fortuna de poder coincidir en mi visita al Mitsui Sumitomo Dojo con mi amigo Carlos Montero, con quien habitualmente coincido en campeonatos de España, donde los dos tenemos más trabajo del que podemos manejar, y no podemos más que cruzar un saludo y algún comentario breve sobre como está nuestro deporte.
En Tokio tuve tiempo para hablar y repasar un poco la actualidad del judo, siempre con el modelo japonés, en el que estábamos temporalmete inmersos, presente.  Buena parte de las experiencia y de las ideas que me comentó, las ha plasmado en un breve artículo que ha publicado en la web de su club la Escuela de Frutos - Ozone que hoy os traemos a Hajime-Judo, y que en mi modestas opinión nos puede dar una acertada visión de esa gran brecha que existe entre nuestro judo (y nuestra sociedad) y el judo japonés.


Japón marca un antes y un después
Por Carlos Montero.

Cada viaje al país del sol naciente supone una reflexión profunda sobre cuestiones éticas, profesionales y culturales. Es imposible eludir el acto de introspección que me obliga a cuestionar pensamientos y actitudes arraigadas en mí.
Pasear por el Parque de Ueno, entrar a una barra de sushi en Shinjuku, participar de una sesión de entrenamiento en IPU de Okayama, NTC de Tokyo y Mitsui Sumitomo, son experiencias que no dejan indiferente.
El autor, junto a sus alumnas, Ribot, Chisari y Bernabeu.

¿Por qué los japoneses ganan en judo? Muy sencillo: porque son MEJORES.
Son mejores en muchas de las facetas necesarias para rendir en este deporte, pero también lo son en pequeñas cosas que a los ojos de los occidentales, a los nuestros, pasan desapercibidas.
La existencia de roles (cohai, sempai, sensei) conlleva que cada uno haga lo que corresponde, y esto conduce a un éxito seguro teniendo en cuenta la calidad que atesoran. Son sistemáticos y metódicos, trabajan en equipo, son ordenados, respetuosos y disciplinados, y tienen un elevado sentido del honor. Se sienten orgullosos de defender su bandera, y cuando representan a su club, universidad o país, se entregan con desapego, al igual que un samurai cuando desenvainaba su espada. Su judo se basa en los fundamentos (agarres, desequilibrios, posiciones, desplazamientos, etc.), esos que aprendemos sólo para los pasos de grado en España, pero que no creemos que sean útiles para competir. Por todo eso sencillamente; son mejores.
Mural elaborado por las judokas del Mitsui Sumitomo para dar LA bienvenida a los españoles.
Pero nosotros sólo vemos las consecuencias de lo anteriormente citado. Sólo vemos el Ouchi, el Seoi, el Uchimata o el precioso trabajo de suelo exhibido en una competición. Es entonces cuando les invitamos a venir para dar cursos de judo en España, y para que nos expliquen cómo se hacen esas técnicas. Pero no queremos que nos enseñen como respetar, como ser ordenados, disciplinados y todos esos adjetivos anteriormente mencionados y qué nosotros definimos con otro que justifica nuestra forma de entender la vida: "locos", los japoneses están "locos". Eso pensamos cuando vemos que los deportistas se ponen a barrer el dojo al terminar cada clase, o cuando vemos los saludos reiterados que le hacen a sensei por las atenciones prestadas...
La campeona del mundo cadete, Kondo, atiende a las correcciones de Yanagisawa.

El japonés invitado a España viene, explica y vuelve a su país. Posiblemente, y esto es suposición mía, cuando un amigo le pregunta qué tal los españoles, él le responda: "no se han enterado de nada". Y es que sólo ver las zapatillas de los asistentes desperdigadas por el polideportivo en cuestión le dio la información suficiente para entender que queremos construir un rascacielos sin entender la importancia de ordenar a la cuadrilla, o pintar una obra del arte sin dedicar la atención suficiente a preparar los pinceles y pinturas con esmero antes de empezar, y lo que es peor, sin la inspiración necesaria.
Pero que no cunda el pánico, al fútbol les ganamos, así que todo el mundo tranquilo y feliz.

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Visita la web de la Escuela de Frutos - Ozone
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